Lo que la Estrella no fue

Antes de comentar en serio acerca de la explicación más probable de la Estrella de Belén, hay de hablar de algunas hipótesis que uno puede descartar de inmediato.

·         Venus... Como suele suceder en casi todos los años, el planeta Venus podía verse en Navidades de 2006, bajo en el oeste al atardecer y el 2007 será un objeto espectacular del cielo matutino. El planeta es tan brillante que mucha gente preguntará, tal como lo hacen todos los años, si están viendo a la Estrella de Belén. Otros van a preguntarse si Venus fue la Estrella de Belén visto por los Reyes Magos. Lo que es muy claro es que los babilonios y los astrónomos de los otros reinos de la región conocían muy bien a Venus. Las primeras observaciones conocidas del planeta se realizaron en torno al año 1700 a.C.. Es absurdo pensar que unos sabios que conocían bien el cielo podrían confundir a Venus con una estrella desconocida.

·         Una supernova... Algunos astrónomos chinos han sugerido que la estrella observada por los chinos en 5 y/o 4 a.C. podría relacionarse, o bien con el pulsar PSR 1919+10, o bien con una fuente de radio cercana. Puesto que, por lo que sabemos, un pulsar solo puede originarse en la explosión de una supernova, esta identificación conlleva implícitamente el supuesto que la Estrella de Belén fue una supernova. No obstante, esa hipótesis ha quedado descartada. El pulsar se encuentra muy lejos de la posición más probable de la estrella china y la identificación con la radiofuente se mostró, posteriormente, deberse a un error en la interpretación de las coordenadas de la estrella observada por los chinos. Una supernova que se explotó hace solo 2000 años tendría que ser una de la radiofuentes más brillantes del cielo y, además, fácilmente identificable. Si una supernova se explotó en 5 a.C., no ha dejado ningún rastro de su existencia.

·         El cometa Halley... Hace tres siglos, cuando se calculó la órbita del cometa Halley por primera vez, parecía posible que el Halley podría haber vuelto en torno a la fecha de la Natividad. Calculando a partir de un supuesto período de 76,5 años y una fecha del retorno al sol en 1759.5, 23 órbitas del Halley habrían sumado 1759.5 años y, por tanto, el Halley habría estado visible en el año 0 (actualmente 1 a.C.). Sin embargo, sabemos ahora que el período medio del Halley durante los últimos dos milenios ha sido de casi exactamente 77 años. Es decir, el Halley realmente apareció unas cuantos años antes de la Natividad. De hecho, se sabe con total certeza que el cometa observado por los chinos en 12 a.C. era el cometa Halley. Como hemos comprobado, es casi imposible que la Natividad sucedió antes de 7 a.C. y, más probablemente tuvo lugar en 5 a.C. Si la observación del Halley en 12 a.C. impulsó a los Reyes Magos a irse a Belén 7 años más tarde, ¡sólo podemos concluir que no tenían ninguna prisa por ir! Es decir, el Halley no fue de ninguna forma la Estrella de Belén.

·         El cometa Hale-Bopp... Un nuevo candidato a ser la Estrella de Belén hace unos años. Hay que aclarar que su candidatura se debía a un malentendido. Puesto que el cometa es grande e importante, haría un candidato espléndido a ser la Estrella Navideña. Alguna gente se ha entendido por el hecho que la órbita del Hale-Bopp es de 4000 años y que el cometa empezó a caer hacia el sol hace 2000 años, que este cometa habría sido visible hace 2000 años, justo en el momento cuando se vio la Estrella de Belén. La verdad es que la magnitud del cometa habría estado, en ese momento de su afhelio, en torno a +35. Fin del asunto.

·         Un meteoro... Se han propuesto varias hipótesis que se basan en la posibilidad de que la Estrella de Belén podría haber sido un meteoro. Uno de las sugerencias es que la Estrella fue un meteoro especialmente brillante: una bola de fuego o un bólido. El razonamiento es que un bólido brillante, cruzando el cielo de este a oeste, habría indicado a los Reyes Magos que tenían que ir hacia el oeste para buscar al niño Jesús. Otras variantes de la teoría sugieren que un segundo bólido aparecía sobre Belén para decirles que ya habían llegado a su destino. Una versión alternativa de esa hipótesis es que la Estrella podría haber sido un tipo de lluvia de meteoros muy especial llamado un "enjambre Cirílida". Las Cirílidas fueron una lluvia muy singular que se observó en una sola ocasión a principios del siglo 20 desde la costa este de EE.UU. Una noche de octubre se observó como un meteoro lento cruzó el cielo antes de desaparecer; este fue seguido por un segundo con un recorrido idéntico al primero; y un tercero, y un cuarto, y... La sugerencia es que una lluvia tan singular habría dado una fuerte sensación a los Reyes Magos de tener que seguir su trayecto. El problema con la hipótesis del bólido es obvio: un meteoro dura unos pocos segundos, pero nos es preciso creer que estos segundos de visibilidad fueron suficientes para llevar los Reyes Magos a través de los cientos de kilómetros de desierto inhóspito y que, casualmente, justo al llegar a Belén, apareció otro bólido brillante. No es exactamente muy plausible. La idea que la Estrella fuera un enjambre Cirílida tiene la misma complicación.

·         Una conjunción de Venus y Júpiter en 2 a.C. ... En 1968 Roger Sinnott (de la revista Sky and Telescope) apuntó que, el 17 de junio de 2 a.C., se produjo una conjunción muy espectacular de Venus y Júpiter observable desde Babilonia. Posteriormente, dos astrónomos del Observatorio Estadounidense de la Marina calcularon que la conjunción hasta dio lugar a una ocultación parcial de Júpiter por el disco de Venus aunque a simple vista no se podría haber apreciado ese hecho. Desde Babilonia la conjunción habría sido muy vistosa. Los dos planetas habrían estado inseparables a simple vista poco antes de la hora de su puesta. De hecho, la separación angular mínima desde Babilonia era de 37 segundos de arco con el sol 24 grados por debajo del horizonte (y, por consiguiente, el cielo habría estado totalmente oscuro) y los dos planetas habrían estado a una altura de 6 grados. Los Babilonios habrán visto los dos planetas acercarse progresivamente después de la puesta del sol y luego fusionarse en una sola estrella brillante. La ocultación tenía lugar en la constelación de Leo y esta constelación tiene una posible asociación con las profecías de la venida del Mesías. Parecía un candidato muy bueno a ser la Estrella de Belén: espectacular; visible desde Babilonia; cerca de la fecha adecuada y con una posible asociación con las profecías del nacimiento de una Mesías. Solo falla en una cosa: al menos que tenemos la fecha de la Natividad muy mal calculada, la conjunción tuvo lugar unos tres años después.

¿Cuán frecuentes son las conjunciones de este tipo? ¿Tal vez fuera otra parecida que tuvo lugar unos pocos  años antes? La verdad es que no son muy frecuentes. Se producían 102 conjunciones con separación menor de 5 minutos de arco entre Venus, Marte, Júpiter y Saturno entre 500 a.C. y finales de 1 a.C.. De esas, 69 se vieron desde Babilonia, pero solo 9 de ellas tuvieron lugar con el sol suficientemente por debajo del horizonte para ser observables. La única conjunción casi igual de espectacular fue otra entre Venus y Júpiter el 17 de noviembre de 462 a.C., durante el crepúsculo vespertino, a baja altura en un cielo brillante. Ninguna otra conjunción que habría hecho aparentar fusionarse a dos planetas se producía cerca de la fecha de la Natividad: las más próximas tuvieron lugar en 23 y 29 a.C., demasiado temprano para ser la Estrella.

·         Una ocultación por la luna... Esa es una sugerencia reciente y, lamentablemente, muy poco plausible. Solo en el último siglo a.C. se producían casi 800 ocultaciones de Venus, Marte, Júpiter y Saturno por la luna o, sea, casi 4000 en los 5 siglos antes de la Natividad. Aunque solo un 3% llegaron a ser visibles desde Babilonia en condiciones adecuadas (cielo oscuro con la luna por encima del horizonte), eso significa que se habrían visto más de 100 ocultaciones en 500 años. Es descabellado pensar que los Reyes Magos escogieron justo la ocultación adecuada que precedía a la Natividad. La hipótesis parece factible solo cuando sabes de antemano la fecha que te interesa y los Reyes Magos no la sabían (por eso necesitaban a la Estrella).

Durante los últimos años esta hipótesis ha sido presentada y defendido hábilmente por Michael Molnar, un astrónomo en la Universidad estadounidense de Rutgers. Molnar presenta varias líneas nuevas de evidencia, incluyendo la sugerencia que la constelación asociado astrológicamente con los judíos era Aries y no Piscis. Molnar argumenta que la ocultación del 17 de marzo de 6 A. de C., que tuve lugar en Aries, habría sido la estrella con su fuerte simbolismo de la desaparición (muerte) y reaparición (nacimiento) del "rey" de los planetas en la constelación de los judíos (que el nuevo rey sería rey de los judíos). Sin embargo, una debilidad muy sería de esa hipótesis es el hecho que esta ocultación, al igual de la del 20 de abril de 6 A. de C., tuvieron lugar tan cerca del sol en el cielo que no podría haberse observado. Molnar sugiere que el mero conocimiento de la existencia habría sido suficiente, aunque eso ya presupone que los Reyes Magos eran capaces de calcular los movimientos de los planetas con tal precisión que podrían predecir unas ocultaciones invisibles a simple vista.